miércoles, 12 de mayo de 2010

Así lo llamaba French,“el sabiecito del sur”, y hoy queremos recordarlo junto a la Revolución de Mayo. Tal vez la siguiente visión sea una visión parcial, centrada en una figura, pero cómo entender un proceso revolucionario sin comprender el pensamiento de aquellos hombres y mujeres que le dieron vida. Es por eso que en el marco del Bicentenario queremos recordar a uno de los protagonistas de aquel 25 de mayo de 1810: Mariano Moreno. Revolucionario, militante, compañero, así lo definimos y lo apartamos de la imagen de estatua de bronce, despolitizada, que muchas veces se le quiso dar en función de ocultar sus ideas y proyectos.
Así es, Mariano Moreno era revolucionario y no un “agente inglés” como alguna vez se dijo. Se lo acusa de ello, o de ser un simple liberal burgués, debido al resultado de aquella revolución inconclusa que significó la entrada del país al mercado del imperio británico. Se lo reduce a esas categorías, de forma lineal, como si los sujetos se pudieran sepultar en el resultado de un proceso histórico, cometiendo el error de declarar a la historia un proceso sin sujeto.
Moreno no era nada de eso, todo lo contrario; era militante de una causa: la construcción del “Estado Americano del Sud”, justo y libre del yugo extranjero. La misma causa por la que militaron tantos otros y ahora lo hacemos nosotros: la Unión Latinoamericana, la Patria Grande. Para Moreno la economía tenía que estar en manos del estado (como lo hacen la mayoría de los países latinoamericanos de hoy), en vez de dejarla en manos de una burguesía nacional que él comprendía casi inexistente y cipaya. Sostenía la defensa de los recursos naturales, especialmente las riquezas mineras del Alto Perú (hoy Bolivia) que debían ser expropiadas en favor de las mayorías. Este “liberal burgués” escribió en su Plan de Operaciones: “Es máxima aprobada que las fortunas agigantadas en poco individuos, no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil… cuando en nada remiendan las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad”. Este “agente inglés” entendía la importancia del apoyo táctico de Inglaterra en armas para la revolución, en el contexto histórico de aquel momento y la expansión portuguesa a través de Brasil. En función de ello alertaba sobre el capital extranjero que “Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos y no deben fiar sino en si mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse”.
Quienes escriben la historia crean y le dan un sentido. La historia oficial siempre se ha encargado de crear héroes perfectos o adversarios tiránicos, siempre despolitizados. Como dijo Rodolfo Walsh,"Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia…La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas." En este Bicentenario, queremos reapropiarnos de la historia, para recuperar a sus verdaderos forjadores, que fueron excluidos de ella por las clases dominantes. queremos recuperarlos como humanos y militantes, con aciertos y errores como todos; debemos recordarlos así, de carne y hueso, y levantar sus banderas para seguir la lucha por la definitiva Independencia.

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